Introducción

La seguridad y salud en el trabajo es uno de los derechos fundamentales que se deben garantizar para todas las personas trabajadoras, independientemente de su género. Uno de los elementos esenciales para garantizar dicha seguridad y salud son los Equipos de Protección Individual (EPI). Sin embargo, su diseño se ha estado orientando hasta muy recientemente de manera predominante a las características físico-anatómicas masculinas. Esto ha generado retos significativos en la protección de la seguridad y salud de las mujeres en los entornos labores, relacionados con la selección, adaptación y la utilización de los EPI adecuados para las mujeres.

En este artículo se quiere destacar la importancia de adaptar los EPI a las mujeres trabajadoras, los problemas derivados de la adaptación, así como aquellas iniciativas que ayuden a promover una protección con perspectiva de género.

Necesidad de adaptar los EPI a la anatomía con perspectiva de género

Uno de los aspectos clave para que un EPI brinde una protección adecuada es que dicho equipo esté adaptado a la persona que lo va a utilizar, teniendo en cuenta sus características anatómicas, físicas, sanitarias, etc., así como sus necesidades.

La diversidad anatómica de hombres y mujeres es un hecho evidente que debería ser tomado en consideración en el diseño de los EPI. Tradicionalmente, para el diseño se ha considerado a las mujeres como hombres pequeños y los EPI que se han diseñado “para mujeres” eran equipos reducidos en tamaño y de color rosa, lo que en un estudio canadiense al respecto consideraban como “shrink it and pink it” (encógelo y píntalo de rosa). Obviamente esto no es una adaptación real a la anatomía femenina, sino más bien un arreglo erróneo sin tener en cuenta las diferencias anatómicas entre géneros.

Los estudios antropométricos muestran que las mujeres tienen unas características anatómicas y morfológicas diferentes de los hombres, que deben ser tomadas en cuenta en el diseño de los EPI, como por ejemplo:

  • Respecto al cuerpo, las mujeres son menos altas que los hombres de promedio, pero sus hombros son más estrechos y sus caderas más anchas, por lo que no es suficiente con una prenda más pequeña, sino una que se ajuste a dichos rasgos anatómicos. Estas diferencias deben tenerse en cuenta en el diseño de los arneses anticaídas y la ropa de protección, entre otros.
  • También en diferentes estudios se muestran diferencias anatómicas faciales entre hombres y mujeres que han de tomarse en cuenta en el diseño de equipos de protección respiratoria, así como en equipos de protección ocular y/o facial.
  • Por ejemplo, los pies de las mujeres son más cortos y estrechos que los de los hombres. Este aspecto es muy importante en el diseño del calzado, ya que, si únicamente se tuviera en cuenta la longitud del calzado, éste le seguiría quedando ancho, generando la consecuente incomodidad y por tanto no garantizando la protección adecuada.

Asimismo, en el uso de los EPI en diferentes sectores como la construcción, industria y minería las mujeres manifiestan que encuentran problemas para adaptarse a estos equipos, ya que en muchos casos se encuentran con equipos que han sido diseñados para hombres. Incluso en entornos de trabajo como laboratorios, hospitales o industria química, con un mayor porcentaje femenino, muchas mujeres encuentran problemas de adaptación con EPI.

Con dichas situaciones y ejemplos se pone de manifiesto la necesidad de adaptar los EPI a las características anatómicas de cada persona, teniendo en cuenta todos los factores, incluso el género. En caso contrario, un EPI no adaptado correctamente a la persona es incómodo y puede impedir o dificultar la capacidad para llevar a cabo una tarea, e incluso constituir un riesgo adicional a la persona usuaria o a sus compañeras.

Continuando con la perspectiva de género, no se puede dejar de tener en cuenta a las trabajadoras que se encuentran en situación de embarazo o lactancia natural. En tales situaciones no se debe únicamente proteger la seguridad y de la trabajadora, sino también la del feto que está en gestación. En estos casos el objetivo del EPI no es sólo la protección de la trabajadora, sino que también deberá velar por la seguridad y salud del feto.

Por todo ello, es necesario tener en cuenta las diferencias en dimensiones corporales, proporciones y características específicas entre los dos géneros, requiriendo una atención especial en el diseño de los EPI, para así garantizar que los equipos sean cómodos, se adapten bien a la persona y se usen correctamente, brindando en consecuencia la protección deseada.

Problemas en la utilización de EPI no adaptados

Respecto a los problemas de utilización de EPI no adaptados a la anatomía con una perspectiva de género, un estudio canadiense reveló que el 50% de las mujeres objeto del estudio que utilizaban un EPI experimentaron incomodidad o inseguridad provocadas por un ajuste deficiente. Además, el 43% indicó que los EPI les parecían incómodos y el 35% indicó que la selección de los EPI no tenía en cuenta sus necesidades como usuarias de dichos equipos.

Las mujeres trabajadoras se suelen enfrentar a diversos problemas al utilizar EPI que no están adaptados a sus características, como por ejemplo:

  • Ajuste inadecuado: Como se ha comentado anteriormente muchos equipos resultan más grandes o no se adaptan bien a la mujer, lo que provoca un ajuste incorrecto del equipo y no se cumplen con los requisitos de ajuste del fabricante, lo que compromete y reduce la efectivad de dicho equipo y por tanto la protección que puede brindar, reduciendo su efectividad y aumentando el riesgo de accidentes.
  • Movilidad limitada: Un incorrecto ajuste de los EPI diseñados sin perspectiva de género tiene otro efecto importante, provocando problemas en la movilidad de la persona, perjudicando su comodidad y capacidad para llevar a cabo la tarea laboral, además de poner en riesgo su seguridad.
  • Incomodidad: Otra consecuencia de una mala adaptación de un EPI es la incomodidad. El uso prolongado de equipos incómodos puede provocar fatiga, molestias y distracciones, incrementando el riesgo de accidentes. Esto provoca que cuando una persona utiliza un equipo incómodo tienda a no utilizarlo.
  • Compatibilidad con otros equipos: Se puede dar la circunstancia de que los equipos no se adapten correctamente al cuerpo cuando se combinan con otros EPI, no teniendo en cuenta la adaptación en estas circunstancias.
  • Mayor riesgo de accidentes: Si un EPI no se ajusta bien, es incómodo y se utiliza incorrectamente, lo que pone en mayor riesgo la salud y seguridad no sólo de las trabajadoras usuarias sino del resto del personal laboral del entorno.
  • Problemas de salud: Utilizar EPI mal ajustados inadecuados e incómodos puede provocar trastornos musculoesqueléticos y otras patologías agudas o crónicas.
  • Limitación en el acceso al mercado laboral: Si se presenta dificultad de encontrar EPI adecuados para las mujeres esto puede limitar el acceso de ellas a sectores determinados, en los que la utilización de los EPI es imprescindible.
  • Baja productividad y desmotivación: Cuando se está trabajando en circunstancias de incomodidad y riesgo, las personas pierden motivación para realizar sus tareas laborales, lo que afecta de manera significativamente de manera negativa en la productividad de las trabajadoras y de la empresa.
  • Riesgos psicosociales: Trabajar en un entorno incómodo e inseguro provoca estrés y sensación de estar excluida del entorno laboral, teniendo consecuencias en la salud mental.
  • Mayor rotación laboral: Todos estos factores mencionados anteriormente tienen como consecuencia que las trabajadoras tengan una mayor tasa de renuncia en determinadas tareas de ciertos sectores perjudicando la estabilidad del personal.

Iniciativas para una protección inclusiva

En la actualidad, diferentes fabricantes, organizaciones y empresas están implementando medidas para garantizar que los EPI tengan perspectiva de género y se adapten a la diversidad del personal laboral:

  • Diseño de EPI específicos para mujeres: Existen fabricantes que diseñan EPI que consideran las características anatómicas femeninas y sus necesidades, como arneses, calzado de seguridad, ropa de protección, etc.
  • Servicios de medición y ajuste: También existen fabricantes que brindan a las empresas la posibilidad de realizar mediciones de las características físicas y anatómicas de todo el personal, teniendo en cuenta la diversidad de cuerpos, brindando EPI personalizados adaptados a cada persona.
  • Pruebas de ajuste: Más extendido en equipos de protección respiratoria, se ofrece a las empresas realizar pruebas de ajuste de los EPI previamente al uso de los mismos. Las pruebas de ajuste son esenciales para garantizar un uso correcto del EPI y recibir por tanto la protección deseada.
  • Formación y sensibilización: Implementar formación con perspectiva de género permite a las empresas comprender la importancia de brindar EPI adecuados para todas las personas trabajadoras.
  • Políticas de equidad: Implementación de políticas y normas en empresas y organizaciones que exijan disponibilidad de EPI adaptados a mujeres.
  • Guías de compra inclusiva: Obtener manuales que orienten a las empresas en la adquisición de EPI teniendo en cuenta la diversidad de cuerpos y las necesidades de cada persona trabajadora.
  • Investigación y desarrollo: Los avances tecnológicos e innovación están permitiendo fabricar EPI cada vez más ligeros, ergonómicos, con mejor ajuste al cuerpo, manteniendo toda su eficacia.

Conclusión

Se debe garantizar la seguridad y salud en el trabajo para todas las personas sin distinción de género. Para ello, el diseño de los EPI tiene que ser adecuado para poder adaptarse a las características de las personas. La ausencia de diseño con perspectiva de género provoca que las mujeres se enfrenten con frecuencia a problemas de ajuste, comodidad y funcionalidad de los EPI. Esta problemática no sólo puede comprometer su seguridad, sino que también puede afectar su bienestar, productividad y acceso a determinadas profesiones.

La adaptación de los EPI a las diferentes personas, independientemente de su género, no es únicamente una cuestión de comodidad, sino también de seguridad, para evitar riesgos y promover entornos de trabajo más seguros e inclusivos.

Sin embargo, se están promoviendo cambios positivos en la fabricación de EPI diseñados específicamente para la anatomía femenina, la implementación de normas inclusivas y la concienciación en las empresas. Es muy importante seguir avanzando en esta línea para garantizar que todas las personas trabajadoras encuentren EPI adecuados a sus necesidades, generando entornos laborales más seguros, equitativos y eficientes.

 

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