Cuando hablamos de Equipos de Protección Individual (EPI) los conceptos de seguridad y de protección son los primeros que nos vienen a la mente. Después de todo, la razón de ser del EPI es proteger a una persona de un riesgo específico que amenaza a la salud de la persona que lo lleva. Con demasiada frecuencia, el proceso técnico de selección de un EPI empieza y acaba en las características de protección del equipo y en revisar los documentos que lo puedan demostrar. Con demasiada frecuencia, los aspectos relacionados con la persona que va a llevar el EPI quedan relegados a un segundo lugar y el EPI es un elemento que se impone a la persona que lo va a llevar, casi como si fuese una pieza de repuesto de un robot.

Desde ASEPAL queremos reivindicar que la persona debe ser el auténtico centro del EPI alrededor del cual, giran todas las decisiones que se tomen sobre el equipo de protección individual. Estamos tan convencidos de que es el camino correcto para seguir que lo vamos a convertir en uno de los ejes vertebradores de nuestro próximo Congreso del EPI.

Todos los EPI son importantes, pero hay pocos ejemplos en los que la importancia de la persona que va a llevar el EPI se ponga tan de manifiesto como el calzado que utilizamos en el trabajo. El calzado soportará todo el peso de la persona y todos los rigores ambientales a los que se verá expuesta durante el trabajo. En nuestro día a día hay multitud de tareas que llevan riesgos asociados que se cubren finalmente con un calzado EPI.

La importancia de la seguridad y del ajuste del calzado

Desde el riesgo de caída de objetos sobre el pie que es tan frecuente en diversos sectores de la industria, al riesgo de resbalón y caída al mismo nivel, tan presente en diversos puestos de trabajo del sector servicios y la sanidad, todos ellos se previenen en parte mediante el uso de calzado en el trabajo. En todos estos casos, la protección frente al riesgo es crucial, sin duda; sin embargo, en el proceso de selección los aspectos relacionados con las particularidades de la persona que llevará el equipo deben ser tenidos en cuenta.

No estamos hablando sólo de comodidad (que ya de por sí es importantísimo, porque nadie va a soportar un calzado que causa incomodidad durante toda la jornada). Desde hace algún tiempo, y sobre todo en el ámbito anglosajón ya hay evidencias que ponen de manifiesto que el calzado que no se adapta adecuadamente al pie de la persona que lo llevará, aumentará la fatiga en los pies, rodillas, caderas y espalda.

Un estudio que encontró desajustes entre las dimensiones internas de las botas de trabajo y las dimensiones de los pies de los trabajadores, lo cual favorecía tropiezos y la posición de dedos en “garras” para sujetar las botas estables en sus pies, lo que puede resultar incómodo y potencialmente dañino con el tiempo. Además, en el mismo estudio hay evidencia de que un ajuste adecuado del calzado puede reducir el riesgo de esguinces de tobillo y otras lesiones musculoesqueléticas.

Influencia del peso del calzado en la productividad y seguridad

También se ha estudiado el impacto que tiene el peso del calzado en la estabilidad y el gasto energético de las personas que usan calzado de uso profesional durante el trabajo. Algunas evidencias que se destacan de los estudios encontrados se resumen en lo siguiente:

  • Pérdida de Control: El aumento de la masa de las botas parece causar una pérdida de control al hacer contacto inicial con el suelo y durante la fase de balanceo medio de la marcha.
  • Mayor Esfuerzo Energético: Se requiere más energía para mover botas más pesadas, lo que puede resultar en fatiga.
  • Riesgo de Resbalones y Tropezones: Los resbalones son más probables durante el contacto inicial si el pie no se coloca de manera controlada. Los tropezones pueden ocurrir cuando el pie choca con un objeto durante la fase de balanceo medio.
  • Fatiga y Seguridad: La fatiga asociada al mayor costo energético, combinada con el riesgo de resbalones y tropezones, hace que las botas de trabajo más pesadas sean un peligro serio en trabajos que requieren caminar prolongadamente sobre superficies irregulares.

Un calzado laboral más ligero facilita el movimiento, reduce la fatiga, el riesgo de resbalones y contribuye a una recuperación más rápida de la energía, lo cual tiene un impacto significativo en la productividad de las personas trabajadoras.

Requisitos para la mejora de la comodidad del calzado

Además de factores que veíamos antes, como el ajuste a la persona y el peso, la normativa aplicable al calzado ofrece herramientas para mejorar la comodidad del calzado, como la permeabilidad al vapor de agua, la absorción de energía en el tacón y la flexibilidad de la suela.

En las actuales normas armonizadas EN ISO 20345, EN ISO 20346o o EN ISO 20347disponemos de requisitos claves que, bien utilizados, permitirán mejorar la experiencia de uso del calzado, redundando en la mejora de las condiciones de seguridad de los trabajadores y que veremos de forma resumida a continuación.

  • Permeabilidad al vapor de agua y coeficiente. Esta propiedad se relaciona con la capacidad del calzado de permitir la transpiración del pie. Se tiene que ensayar obligatoriamente al certificar cualquier calzado de piel y que incorpora material textil. Los valores mínimos establecidos en norma son 0,8 mg/cm2h para la permeabilidad al vapor de agua y de 1,5 mg/cm2h para el coeficiente de vapor de agua. En la selección, cuanto mayor sean estos valores, mejor transpirar el pie y más llevadero será su uso en condiciones de trabajo cálidas.
  • Resistencia al agua. En condiciones húmedas, para asegurar que el pie permanezca seco, se recomienda llevar calzado que cumpla los requisitos de penetración de agua del corte, con código de marcado (WRU), o resistencia al agua del calzado completo (WR).

Otros aspectos para tener en cuenta

Además de los requisitos que hemos visto en el apartado anterior, hay otros aspectos del calzado que podemos tener en cuenta a la hora de mejorar la comodidad y, por tanto, aumentar notablemente las posibilidades de que la persona haga uso del calzado durante todo el tiempo que esté expuesta al riesgo.

  • Absorción de energía en la zona del tacón. Para todas aquellas personas que deban realizar gran parte de su jornada laboral andando, de pie, o sometidas a vibraciones, es de interés seleccionar calzado que presente absorción de energía en la zona del tacón. Es un requisito opcional, que se distingue por el código de marcado (E) y que se incluye dentro de las categorías S1-S5; P1-P5 y O1-O5 de calzado de seguridad, protección y trabajo respectivamente.
  • Adaptación a necesidades especiales. En la actualidad ya hay muchos fabricantes que ofrecen soluciones de protección certificadas y personalizadas a personas con necesidades especiales (con amputaciones, patologías del pie, etc.). Recordemos que este tipo de calzado ortopédico o adaptado a la forma particular del pie de un usuario siempre deberá cumplir los requisitos de las normas EN ISO 20345, EN ISO 20346 o EN ISO 20347 según corresponda.

Conclusión

Todos los estudios coinciden: un calzado seguro, ligero y cómodo es una inversión rentable para cualquier empresa. Al reducir el riesgo de lesiones, mejorar la productividad y aumentar la satisfacción de los trabajadores, el calzado de calidad se convierte en un aliado estratégico para cualquier organización.

En definitiva, la elección del calzado de seguridad no debe limitarse a cumplir con los requisitos mínimos. Es fundamental considerar la comodidad, la ergonomía y las necesidades específicas de cada trabajador. Solo así podremos garantizar la protección y el bienestar de quienes trabajan día a día para hacer funcionar nuestro mundo.