Por definición, el ruido es cualquier sonido no deseado o nocivo producido por ondas sonoras de diferentes amplitudes y frecuencias y que interfiere con nuestras actividades o nuestro bienestar. En el entorno laboral, en muchas ocasiones de produce una exposición, que puede llegar a ser perjudicial a niveles preocupantes. No obstante, el ruido, a día de hoy, es un riesgo subestimado.

Los riesgos asociados al ruido en los lugares de trabajo suelen pasarse por alto, a pesar de que sus efectos sobre la salud y la seguridad del personal pueden ser tanto nocivos como graves. Lejos de tratarse solo de una molestia, el ruido puede provocar daños auditivos (como la pérdida de audición o hipoacusia, quizá la consecuencia más conocida entre la población), pero también influir en el bienestar general dentro de la empresa. Esto puede traducirse en un ambiente laboral deteriorado, reducción de la productividad, incremento de la siniestralidad e, incluso, afecciones cardiovasculares potencialmente mortales.

Consecuencias del ruido sobre la salud

Como ya se ha señalado, el impacto más inmediato y evidente de la exposición al ruido en el ámbito laboral es la pérdida de audición. Esta suele producirse de forma gradual, lo que hace que quienes la padecen no se den cuenta hasta que el daño es ya significativo. Se considera que una exposición continua a niveles sonoros superiores a los 80 decibelios (dB) puede comenzar a dañar la capacidad auditiva. Estos niveles son habituales en sectores como la construcción o la industria, donde el ruido es constante e intenso.

Un estudio reciente llevado a cabo en Bangladesh se centró en la salud auditiva de trabajadores del sector textil. La investigación analizó a 289 personas adultas empleadas en el sector, expuestas un entorno extremadamente ruidoso a niveles de presión sonora entre 96 y 111 dB. En consecuencia, se identificaron elevados porcentajes de pérdida auditiva, pero también se observaron efectos significativos en la salud cardiovascular.

El 31,5 % de los trabajadores presentaba un aumento en la presión arterial, y el 53,3 % fue diagnosticado con hipertensión. El estudio también halló una relación directa entre el tiempo de exposición al ruido y el riesgo de hipertensión: por cada año adicional de exposición continua, aumentaban en un 10 % las probabilidades de desarrollar esta condición. Estos resultados refuerzan la evidencia de que el ruido no solo afecta al oído, sino que también incide directamente en el sistema cardiovascular, elevando el riesgo de enfermedades cardíacas y otros trastornos relacionados.

Efectos psicológicos y repercusión en la productividad

Además del impacto a nivel fisiológico, el ruido afecta considerablemente en el equilibrio psicológico y hormonal del personal laboral. Una exposición prolongada puede generar altos niveles de estrés, ansiedad, irritabilidad, fatiga mental y emocional, pudiendo producir incluso cuadros de insomnio o depresión. Dichos efectos no disminuyen únicamente la calidad de vida de las personas empleadas, sino que también afectan negativamente su rendimiento y seguridad en el trabajo.

Una persona trabajadora fatigada o estresada se concentra con mayor dificultad, aumentando el riesgo de cometer errores y sufrir accidentes. En este caso, el ruido, además de perjudicar la salud individual, también amenaza el funcionamiento general de la organización.

Otro factor preocupante es la interferencia del ruido en la comunicación laboral. En muchos entornos industriales, donde la comunicación efectiva es esencial para la seguridad operativa, el ruido excesivo dificulta el intercambio de información entre los trabajadores. Esto puede derivar en malentendidos, órdenes no escuchadas o señales de alerta que pasan desapercibidas. En situaciones donde las alarmas sonoras son críticas, como en fábricas o plantas de procesamiento, esta interferencia puede resultar peligrosa o incluso fatal.

El uso de equipos de protección individual auditivos como herramienta preventiva

Dado el impacto significativo del ruido en la salud y seguridad de los trabajadores, es esencial que los empleadores implementen medidas preventivas para proteger contra este riesgo. Según el Real Decreto 286/2006, el nivel mínimo de presión sonora para tomar medidas preventivas está en los 80 dB.

Para poder reducir la exposición al ruido del personal laboral se deben llevar a cabo diversas estrategias preventivas. Según los principios de la actividad preventiva, cuando las medidas de protección colectiva no son suficientes contra un riesgo, se deben utilizar los equipos de protección individual, debiendo proporcionar al personal laboral equipos de protección auditiva, como tapones u orejeras, en circunstancias y situaciones donde no sea posible atenuar el ruido a niveles de presión sonora seguros.

Tipos de protectores auditivos

Existen dos grandes grupos de protectores auditivos:

Orejeras

Las orejeras están formadas por unos casquetes que cubren las orejas y se adaptan mediante almohadillas. Los casquetes suelen estar revestidos con material absorbente de sonido, y unidos entre sí por una banda de presión (arnés), generalmente de metal y/o plástico.

Existen modelos específicos para cada oído, con diferentes tallas y configuraciones, incluso adaptables a cascos de protección.

Tapones

Son protectores diseñados para insertarse en el canal auditivo o para cubrir la entrada del canal auditivo. Además, los tapones pueden estar provistos de un cordón de unión, arnés o marcas para sujetarlos con los dedos.

Existen diferentes tipos de tapones, como, por ejemplo:

  • Tapones desechables
  • Tapones reutilizables.
  • Tapones detectables: Se utilizan en entornos en los que se necesita su detección en caso de que se desprendan del canal auditivo, como, por ejemplo, en la industria alimentaria.
  • Tapones premoldeados: Se pueden insertar fácilmente en el canal auditivo sin moldearlos previamente.
  • Tapones moldeables por la persona usuaria: Se les da forma antes de insertarlos en el canal auditivo, para después expandirse y sellarse dentro.
  • Tapones con arnés: Tapones premoldeados unidos a un arnés que los presiona en el canal auditivo o contra la entrada de dicho canal.
  • Tapones personalizados o a medida: Se moldean específicamente para adaptarse a la forma de los canales auditivos de la persona usuaria.

Modo de funcionamiento

Además, los protectores auditivos se pueden clasificar según su forma de funcionamiento. Algunos ejemplos pueden ser:

  • Protectores auditivos pasivos: Reducen el ruido, absorbiendo y/o reflejando el sonido.
  • Protectores auditivos dependientes del nivel: Atenúan el sonido en función del nivel de sonido externo.
  • Protectores auditivos pasivos dependientes del nivel: Protectores contra ruidos de un solo impulso muy altos en entornos con ruido continuo o impulsos repetitivos.
  • Protectores auditivos dependientes del nivel de restauración de sonido: Amplifican los sonidos bajos y limitan los altos mediante un sistema electrónico.
  • Protectores auditivos de reducción activa de ruido (ANR): Disponen de un sistema electrónico de cancelación de sonido.
  • Protectores auditivos con entrada de audio: Permiten recibir señales laborales, alarmas o incluso entretenimiento

Ajuste, uso y mantenimiento

Un aspecto fundamental para que un equipo de protección brinde su función de manera óptima son el ajuste, uso y mantenimiento, que deben llevarse a cabo siempre según las instrucciones del fabricante.

Ajuste

Como se ha comentado anteriormente, el ajuste se debe llevar a cabo según las instrucciones del fabricante en todo momento.

Las orejeras destacan por ser más fáciles de colocar y ajustar, especialmente en comparación con los tapones. En las orejeras acopladas a casco, la compatibilidad entre ambos elementos es clave para garantizar su eficacia.

Por su parte, los tapones presentan un mayor grado de complejidad en cuanto a ajuste y colocación. Su correcta inserción en el canal auditivo es fundamental para lograr un buen sellado. Deben manipularse siempre con las manos limpias y mantener sus superficies en contacto limpias.

Uso y compatibilidad con otros EPI

Cuando el fabricante diseña el EPI, lo hace teniendo en cuenta su uso previsto y previsible, brindando un nivel mínimo de protección durante su vida útil. Por ello, es crucial que el EPI se utilice según las instrucciones del fabricante, ya que, si no se hace así, no tenemos garantía de que dicho equipo proporcione protección, entrando en un terreno desconocido, dependiendo de la probabilidad de que se produzca un accidente. Es por ello que la empresa tiene la obligación de informar y formar sobre el uso de estos equipos a las personas que vayan a utilizar los EPI, siempre según la información e indicaciones proporcionadas por el fabricante.

Otro aspecto esencial es la utilización con otros EPI, debiendo ser compatibles unos con otros, permitiendo que su uso simultáneo no perjudique sus capacidades de protección. Para ello, se deben utilizar aquellos EPI que los fabricantes consideren compatibles.

Mantenimiento del equipo de protección ocular

Otro aspecto importante para que el equipo de protección ocular brinde la protección deseada es su cuidado y mantenimiento, ya que un equipo con un mantenimiento y cuidado incorrecto no va a brindar la protección deseada.

Es importante también destacar que si en las inspecciones y comprobaciones visuales se detectan defectos en el EPI se debe contactar con el departamento de prevención e informar del mismo, y el personal competente actuará de la manera procedente, siempre según lo indicado por el fabricante.

Además, es importante transmitir que el uso, el almacenamiento, el cuidado y el mantenimiento, influyen en la vida útil del equipo, y por ello, aunque se proporcione en el equipo la fecha de caducidad, se deben tener en cuenta estos factores.

Conclusión

El ruido en el entorno laboral representa un riesgo grave, aunque con frecuencia subestimado, que puede afectar la salud auditiva, cardiovascular y psicológica de los trabajadores, así como comprometer la productividad, la comunicación y la seguridad en las empresas. Los efectos nocivos de la exposición prolongada al ruido evidencian la necesidad urgente de adoptar medidas preventivas eficaces. Entre ellas, el uso adecuado de equipos de protección auditiva como orejeras y tapones resulta esencial cuando no es posible reducir el ruido a niveles seguros mediante medios colectivos.

Para que estos equipos cumplan su función protectora, es indispensable garantizar un ajuste correcto, un uso conforme a las instrucciones del fabricante y un mantenimiento adecuado, considerando la compatibilidad con otros equipos de protección. Adoptando una estrategia preventiva integral y un compromiso claro por parte de empleadores y trabajadores se pueden minimizar los riesgos asociados al ruido y garantizar entornos laborales más saludables y seguros.

En conclusión, protegiendo nuestra salud auditiva estamos protegiendo nuestra salud física y mental, pudiendo mantener nuestra capacidad auditiva y así disfrutar de una conversación, de la música, oír a nuestros seres queridos. En definitiva, escuchar a la vida.

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