Cuando se piensa en utilizar un Equipo de Protección Individual (EPI) aparecen en nuestra mente los diferentes tipos y familias de los EPI, como los cascos, guantes, gafas o chalecos reflectantes, por ejemplo. Pero, en ocasiones dejamos pasar por una pregunta fundamental: ¿este EPI protege por igual a todas las personas?

Tradicionalmente, durante décadas, el diseño de los EPI se centraba en un perfil corporal “estándar”, pero que no reflejaba la diversidad de las personas trabajadoras. Es decir, la mayoría de los EPI estaban pensados para un hombre adulto, de talla media o grande, sin tener en cuenta, por ejemplo, a las mujeres, a las personas con tallas pequeñas, a las embarazadas y a las personas con discapacidad, entre otras condiciones.

De hecho, si se presta atención a esta cuestión, se ve claramente que es un tema de vital importancia, ya que un EPI que no se ajusta bien, y por tanto no se utiliza de manera óptima, no va a brindar la protección deseada, e incluso puede exponer a la persona que lo utiliza a riesgos adicionales.

¿Qué son los EPI inclusivos?

Los EPI inclusivos son aquellos equipos de protección individual que se diseñan y fabrican teniendo en cuenta múltiples variables para adaptarse a la diversidad del cuerpo humano, como por ejemplo:

  • Género. Las mujeres y los hombres tienen constituciones corporales diferentes. Antiguamente se vendían EPI para mujeres que básicamente eran EPI para hombres de talla pequeña.
  • Talla. Se tiene en cuenta el abanico más amplio de tallas posible.
  • Constitución corporal. En este caso se aplica de manera similar que al género, ya que existen diferencias de constitución corporal entre las diferentes personas, sean o no del mismo género.
  • Edad. Otro factor importante, ya que la edad influye en múltiples variables corporales y de salud, que se deben tener en cuenta en el diseño de un EPI. Por ejemplo, la capacidad de soportar peso durante un tiempo determinado.
  • Embarazo. Las características físicas, fisiológicas y morfológicas de las mujeres embarazadas deben ser tomadas en cuenta de manera imprescindible a la hora de proporcionarles un EPI, y para ello existen equipos adaptados.
  • Movilidad reducida. Las personas con movilidad reducida también deben utilizar EPI que se adapten correctamente a sus características.

Realmente no se trata de fabricar EPI para unos pocos, sino que los que se fabriquen garanticen que cada persona tenga acceso a un equipo que le permita un ajuste funcional, correcto, cómodo y seguro para poder utilizarlo según lo previsto y recibir la protección deseada.

Un ajuste correcto no debe ser un lujo, es una condición imprescindible para que el EPI cumpla su función de protección de la salud y seguridad de las personas trabajadoras que lo utilizan.

¿Qué ocurre cuando los EPI no se adaptan bien?

Durante años, habitualmente muchas personas, especialmente mujeres, se han tenido que conformar con utilizar EPI que no se adaptaban correctamente. Esto ha provocado una serie de consecuencias. Algunas de ellas se muestran como ejemplo a continuación:

  • Pérdida de prestaciones protectoras: Por ejemplo, un guante que venga grande a una persona puede engancharse en maquinaria, o un casco ajustado incorrectamente se puede caer.
  • Incomodidad y fatiga: Por ejemplo, llevar ropa demasiado amplia o estrecha limita la movilidad, pudiendo impedir realizar tareas concretas, sudoración, etc.
  • Riesgos adicionales: Por ejemplo, un arnés mal ajustado puede provocar lesiones internas en una caída, o utilizar un calzado inadecuado puede provocar esguinces.
  • No utilización del EPI: Si una persona está incómoda con el EPI tiende a no utilizarlo, exponiéndose de manera directa al riesgo y a situaciones peligrosas.
  • Desigualdad y desmotivación: Si una persona no dispone de un EPI adecuado a sus características, puede sentir que se le está transmitiendo un mensaje de que su cuerpo no importa, de que no es “normativo” como los demás, pudendo generar malestar emocional, invisibilización y abandono de ciertos sectores profesionales.

Fomento del uso de los EPI inclusivos

En los últimos años se ha fomentado cada vez más el uso de EPI inclusivos. Por ejemplo, durante la pandemia de COVID-19, muchas mujeres profesionales sanitarias denunciaron que sus mascarillas y batas no estaban diseñadas para sus cuerpos, lo que aumentaba su exposición al virus. Situaciones como ésta visibilizan un problema que muchas trabajadoras conocen, poniendo en riesgos sus vidas por un diseño excluyente.

Es por ello, que en los últimos años, organismos técnicos, administraciones y fabricantes trabajando para mejorar los EPI e impulsar el debate sobre la necesidad de EPI inclusivos en todos los sectores, desde la construcción, industria o minería, hasta la sanidad, logística o limpieza, por ejemplo.

Asimismo, también han surgido campañas, informes técnicos y espacios de participación donde se ha escuchado a quienes sufren las consecuencias de este problema. Estas acciones contribuyen a una mayor concienciación sobre la importancia de garantizar una protección óptima para todas las personas trabajadoras.

Una de las iniciativas más relevantes es la creación, en Reino Unido, de una norma sobre EPI inclusivos, elaborada por el organismo británico BSI (British Standards Institution). Dicha norma se denominará BS 30417, y su publicación está prevista para septiembre de 2025. Su objetivo es establecer una serie de requisitos y recomendaciones para los EPI inclusivos, como una guía para la selección, compra, mantenimiento e inspección de los EPI inclusivo y buenas prácticas para la colocación y ajuste de los EPI, por ejemplo.

Aunque, como todas las normas, no será de obligado cumplimiento, la norma BS 30417 posiblemente marque una referencia para muchos procesos de normalización para EPI inclusivos tanto a nivel europeo como en países como España.

¿Qué se puede hacer en las diferentes organizaciones y empresas?

Aunque, como acabamos de ver, no existe aún normativa sobre EPI inclusivos ni a nivel europeo ni en España, se pueden tomar medidas que sirvan como ayuda para avanzar en esta línea. A continuación, se muestran algunos ejemplos:

  • Evaluación de la diversidad del personal. De manera previa a la adquisición del EPI, se recomienda analizar las características reales del personal que lo va a utilizar, como su género, talla, diversidad funcional, etc.
  • Exigir variedad de opciones. Solicitar a los proveedores que ofrezcan diversidad de tallas diversas (desde las pequeñas a las grandes), modelos para mujer y hombre, opciones para personas con discapacidad, necesidades específicas, etc.
  • Probar antes de distribuir. Es recomendable llevar a cabo pruebas de ajuste antes de entregar el EPI definitivo. De esta manera, se garantiza que la persona recibe lo que necesita.
  • Formar sobre el ajuste y uso del EPI. El personal debe conocer la importancia del ajuste del EPI y cómo llevarlo a cabo, además del correcto uso del equipo. También deben poder comunicar si el equipo no les ajusta bien, sin miedo a ser ignorados.
  • Recabar la opinión del personal usuario del EPI. Es muy recomendable generar espacios de participación en los que el personal pueda comunicar si el EPI se ajusta bien, si es incómodo o cualquier cuestión al respecto que deseen informar.
  • Revisar protocolos y proveedores. Se recomienda incorporar criterios de inclusión en los protocolos de compra y revisar si los proveedores están comprometidos con la diversidad del personal laboral.

Conclusión

Para garantizar la seguridad y salud de todas las personas trabajadoras se necesita reconocer la diversidad del personal laboral. Un EPI no inclusivo no solo puede no brindar su función protectora, sino que además puede provocar un riesgo adicional, incomodidad y exclusión. Los Apostar por EPI inclusivos no significa crear productos especiales para unos pocos, sino asegurar que todas y cada una de las personas trabajadoras puedan acceder a EPI adaptados a sus características reales, que les protejan eficazmente y les permitan llevar a cabo su trabajo con seguridad y dignidad.

Invertir en esta inclusión no es solo una cuestión técnica, sino un compromiso ético y social. La protección eficaz empieza por el ajuste correcto, y este solo se logra cuando se pone a la persona en el centro del diseño, selección y suministro del EPI.

En Reino Unido la nueva norma BS 30417 probablemente marque un antes y un después en la normalización de los EPI inclusivos. Su enfoque puede servir de inspiración para nueva normativa.

Noticias relacionadas

Caminando hacia la seguridad: Importancia de la selección y uso del calzado de protección
Seguridad laboral y alimentaria: El papel dual del EPI en la industria de la alimentación