El reto de trabajar al aire libre en un clima cada vez más cálido
Los veranos en España han dejado de ser meramente calurosos para convertirse en auténticos desafíos climáticos. En los últimos años, las temperaturas medias tanto en España como a nivel global han aumentado de forma constante, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Esta tendencia está provocando olas de calor más frecuentes e intensas, afectando directamente a la población trabajadora, con especial repercusión a aquellos y aquellas que realizan trabajos al aire libre.
El personal trabajador de sectores como la construcción, agricultura, mantenimiento urbano, de parques y jardines, o el reparto logístico, por ejemplo, se exponen cada vez con más frecuencia a condiciones térmicas de alta temperatura extremas. Dicha exposición puede provocar problemas de salud diversos, que abarcan desde unas molestias como erupciones cutáneas o calambres, hasta problemas graves como un golpe de calor, que puede ser mortal si no se atiende a tiempo.
En 2024, el Ministerio de Trabajo y Economía Social estimó 223 accidentes laborales con baja médica debido a calor, lo que equivale a una media de unos 4 accidentes semanales por esta causa. Ante esta problemática, es necesario implementar medidas eficaces de prevención adecuadas. Entre dichas medidas, la protección de la cabeza cobra una especial relevancia, tanto debido a su importancia fisiológica por constituir una parte esencial del cuerpo humano, como por las exigencias de seguridad del entorno laboral.
Importancia de la cabeza como un punto crítico de regulación térmica
La cabeza es una de las partes de nuestro cuerpo más sensibles al calor. Por la cabeza se pierde gran parte del calor corporal, por lo que, si se altera su capacidad para regular la temperatura, repercute notablemente en la sensación térmica general. En condiciones normales, el cuerpo regula la temperatura mediante el sudor y la vasodilatación, pero cuando se ve sometido a temperaturas elevadas sin la posibilidad de refrigerarse adecuadamente, el sistema de termorregulación se ve comprometido.
En trabajos al aire libre, la importancia de la protección de la cabeza tiene una importancia doble: por un lado, se deben prevenir riesgos físicos como impactos, caídas de objetos o golpes, y por otro, para reducir el riesgo de insolación, quemaduras solares y estrés térmico. Debido a ello, en la gran mayoría de sectores con estos riesgos, con trabajos al aire libre y con exposición a altas temperaturas, el uso de cascos de protección es obligatorio.
No obstante, es importante también tener en cuenta que los cascos, aunque nos brinden protección contra impactos, a veces puede generar incomodidad y acumulación de calor. Por ello, se plantea un reto desde la industria de los EPI en buscar el equilibrio entre seguridad y confort térmico, sobre todo en los meses de verano.
Desafíos de la utilización del casco de protección en verano
El casco de protección es equipo de protección individual fundamental en entornos de trabajo en los que existen riesgos de caídas de objetos, golpes en la cabeza, entre otros. No obstante, en climas cálidos, su uso prolongado puede provocar sobrecalentamiento, sudoración excesiva y estrés térmico, pudiendo producirse disminución del rendimiento cognitivo, y en los casos más graves, incluso desorientación, mareos y caídas.
Uno de los principales problemas es que el casco crea un microclima cerrado alrededor de la cabeza, por lo que, si no se dispone de ventilación, se puede calentar rápidamente, generando un entorno más cálido que el ambiente exterior. Además, en la mayoría de los cascos se utilizan materiales como el poliestireno expandido (EPS), que es muy eficaz en la absorción de impactos, pero brindan muy poca transpirabilidad y actúan como aislantes térmicos, impidiendo la disipación del calor.
Otro factor que también perjudica en condiciones ambientales de calor es el color del casco: obviamente, los colores oscuros absorben más radiación solar, aumentando la temperatura interior.
Por tanto, atendiendo a esta problemática, los fabricantes de EPI trabajan en innovaciones de diseño, materiales y accesorios de los cascos para adaptarse a las condiciones de calor extremo sin sacrificar la seguridad del usuario.
Innovación en los equipos de protección de la cabeza: cascos ventilados y materiales transpirables
La industria de los equipos de protección individual ha evolucionado incorporando mejoras técnicas que permiten una mayor adaptación al calor
- Cascos ventilados: Esta es una de las soluciones más eficaces. Los cascos ventilados disponen de aberturas estratégicamente ubicadas para permitir entrada de aire fresco y salida del aire caliente. Este tipo de casco ayuda a bajar la temperatura interna y mejora significativamente el confort del trabajador. Se disminuye la sensación térmica, el sudor se evapora más fácilmente y se reduce el riesgo de golpe de calor.
No obstante, no siempre se puede utilizar cascos ventilados: por ejemplo, en sectores como el eléctrico, con riesgo de contacto con la corriente, las aberturas en el casco pueden suponer un peligro añadido, debiéndose utilizar cascos cerrados.
- Cascos con materiales alternativos al EPS: Ante situaciones como las anteriores y como alternativa al poliestireno expandido (EPS), se está trabajando con materiales transpirables, o con materiales formando estructuras interiores en forma de colmena, elaboradas con tubos soldados dispuestos en celdas. Estas estructuras permiten una mayor circulación del aire que el EPS tradicional, absorben más energía de impacto y son más ligeros. De esta manera, se obtiene un equilibrio entre seguridad, confort térmico y ergonomía.
- Accesorios complementarios: También existen accesorios que ayudan a combatir el calor y proteger del sol. Uno de los más utilizados son los forros de casco y toallas refrescantes, hechos de materiales que pueden mantenerse frescos durante horas tras ser humedecidos. Dichos productos no contienen productos químicos, pueden reutilizarse, y además aportan protección solar UPF 50.
Otros accesorios que destacan también serían las viseras para cuello y viseras solares, que se acoplan fácilmente al casco y brindan una barrera adicional contra los rayos UV, el deslumbramiento y el polvo. Dichos accesorios protegen áreas sensibles como cuello y ojos, y mejoran la visibilidad, siendo muy útiles en tareas que requieran precisión.
Otra mejora en los accesorios consiste en la incorporación de materiales antimicrobianos y lavables en las almohadillas interiores del casco. Estos materiales reducen el mal olor causado por el sudor, evitando el rechazo al uso prolongado del EPI. La buena higiene y la posibilidad de reemplazar piezas del casco que entran en contacto con la piel aumenta la aceptación y favorece el uso del casco.
Integración de la protección térmica en la cultura preventiva
Además de las innovaciones y mejoras tecnológicas, se deben implementar medidas preventivas enfocadas a combatir el estrés térmico provocado por las altas temperaturas. Por ejemplo, se recomienda aplicar la regla básica de «agua, descanso y sombra», lo que implica establecer pausas regulares, facilitar zonas de sombra en las áreas de trabajo y garantizar una hidratación continua durante la jornada.
También se recomienda, además, adaptar la planificación de la jornada para evitar las horas de mayor exposición solar, llevando a cabo las tareas más pesadas en las horas más frescas del día, así como formar al personal sobre los síntomas del golpe de calor, por ejemplo.
Estas y otras medidas preventivas, junto con la utilización de los EPI adecuados, deben formar parte de una cultura preventiva integral, donde la seguridad no esté enfrentada con el confort, sino que ambos aspectos se consideren partes inseparables de la misma estrategia.
Conclusión
El aumento de la temperatura ambiental que repercute en los entornos laborales al aire libre no es una circunstancia transitoria, sino que es la realidad actual frente a la cual se deben adaptar los protocolos, normativas, planificación, medidas preventivas, y equipos de protección individual. En esta situación, la protección de la cabeza adquiere una dimensión crítica, no únicamente como equipo de protección contra impactos, sino también como equipo esencial para reducir el estrés térmico.
Es por tanto muy importante apostar por cascos ventilados, materiales transpirables, accesorios de refrigeración y políticas preventivas bien diseñadas. Además de cumplir con la legislación, se deben garantizar entornos de trabajo saludables, seguros y resilientes contra el cambio climático.
La protección adecuada de la cabeza contra el calor no sólo previene daños en la salud, sino que mejora las condiciones de trabajo, el rendimiento, la motivación de quienes trabajan cada día bajo el sol.