Tres claves para guiar la selección y uso de cascos de protección

En esta entrada del blog pretendemos dar una serie de pautas que puedan ayudar en la selección y el uso de los cascos de protección, basándonos en tres aspectos clave que guiarán este proceso.

Los secretos que encierra el cerebro y los procesos que tienen lugar en el interior del cráneo sólo se nos han empezado a revelar hace unas décadas. 

Sin embargo, hasta los “Homo antecesor” más rudimentarios sabían que un golpe en la cabeza, aunque no pareciese muy aparatoso, podía ser el final. 

El peligro siempre ha amenazado la parte del cuerpo que nos hace humanos. Por ello, el casco de protección es uno de los tipos de Equipos de Protección Individual (EPI) más antiguos, ya que se tiene constancia del uso de cascos de protección desde hace más de 4.000 años. 

Los primeros cascos estaban destinados a proteger el cráneo de los golpes de los valientes guerreros que luchaban por la gloria de imperios tan antiguos como el Acadio. Sus descendientes (los de los cascos, claro) son los modernos tocados que utilizamos para proteger distintas partes del cráneo cuando utilizamos la moto, la bicicleta, unos patines…, o cuando debemos protegernos en nuestro entorno laboral. 

La necesidad de proteger el cráneo siempre ha existido, y sigue estando muy patente en el ámbito laboral, como demuestran los cerca de 13.000 accidentes registrados por impacto en la cabeza en 2019 según el Ministerio de trabajo. 

El EPI es un recurso preventivo al que se llega sólo cuando se han eliminado el resto de riesgos, y el proceso de selección y uso que se siga dependerá en gran parte del nivel de protección que se ofrezca al usuario. 

En esta entrada del blog pretendemos dar una serie de pautas que puedan ayudar en la selección y el uso de los cascos de protección, basándonos en tres aspectos clave que guiarán este proceso: la identificación del riesgo; la adaptación a las necesidades de protección de la tarea, y a las condiciones en las que se desarrolla, teniendo en cuenta las características de la persona que lo llevará; y por último, las condiciones en las que se usará el casco de protección.

1. El riesgo es la razón de ser del EPI

Los EPI están destinados a proteger frente a los riesgos que no hayan podido eliminarse o reducirse por otras vías. Por ello, el primer paso en el proceso de selección del casco de protección es la identificación y cuantificación del riesgo del cual queremos proteger al usuario.

Los principales riesgos para los cuales se destina el uso de un casco de protección son: caída de objetos, choques contra objetos inmóviles, aplastamiento lateral, contactos eléctricos, calor, llamas, etc. 

En la Tabla 1 vemos una relación no exhaustiva de los principales riesgos que deben cubrirse en la cabeza:

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