Las 13 pruebas de Hércules

Cuando el rey Euristeo encargó a Hércules/Heracles la realización de las míticas 12 pruebas, seguramente lo hizo en invierno. Tal vez, movido por un resquicio de compasión, se abstuvo de encargar al héroe el realizar estas tareas con las condiciones de calor y sopor aplastantes de los días de verano. De no haber tenido dicha compasión, tal vez la prueba más dura y peligrosa, la decimotercera, hubiese sido la de realizar cualquier labor, como trabajar en una calzada, extinguir un incendio o mantener limpias las calles de Micenas, soportando el calor de los veranos que hemos vivido recientemente (y los que vendrán).

Si el pobre Heracles hubiese tenido que realizar su decimotercera prueba, dispondría de pocos recursos a su alcance para protegerse del calor, algo a lo que sabemos que no era inmune. Una simple piel de león y poco más, se habrían interpuesto entre el héroe y los rigores de la canícula.

Afortunadamente, hoy disponemos de una serie de recursos a nuestro alcance que nos permiten protegernos frente al calor y al sol. También disponemos de legislación destinada a proteger a las personas que estén expuestas a condiciones de calor extremas, como el  Real Decreto-ley 4/2023, por el que se adoptan medidas urgentes en materia de prevención de riesgos laborales en episodios de elevadas temperaturas.

En esta entrada del blog pretendemos hacer un breve repaso de los recursos que tenemos a nuestro alcance para evitar los peores efectos del calor estival.

El calor estival, una amenaza creciente

La exposición al calor excesivo supone una seria amenaza para la población general, de ahí las alertas de las autoridades en momentos de olas de calor. Esta misma semana, el director regional de la Organización Mundial de la Salud, Hans Henri P. Kluge, nos ha recordado que “el año pasado el calor extremo fue causante de unas 20.000 muertes entre junio y agosto” y ha advertido que este verano será “inusualmente cálido”.

En el caso de tener que desarrollar la actividad laboral en estas condiciones, el riesgo se ve especialmente acentuado, pudiendo ser mortal en muchos casos. El problema de trabajar a altas temperaturas no reside únicamente en la alta temperatura ambiental, sino en la incapacidad del organismo de mantener la temperatura en niveles metabólicos normales. Ciertos factores relacionados con el trabajador, como la existencia de enfermedades cardiovasculares, respiratorias, diabetes, etc., acrecentarán el riesgo por estrés térmico.

De entre todos los efectos que la exposición al calor puede provocar (erupciones cutáneas, quemaduras, calambres musculares, etc.), la más grave es el golpe de calor, un término de sobra conocido por toda la población, pero cuyos síntomas y modos de prevención son una incógnita para la mayor parte de nosotros.

Se entiende que un individuo sufre un golpe de calor cuando su organismo no ha sido capaz de disipar la cantidad de calor generado por el cuerpo y su temperatura corporal supera los 40,6ºC. El golpe de calor resulta mortal entre 15 % y 25 % de los casos. Llegados a este punto, es vital reconocer los síntomas de este síndrome para poder obrar en consecuencia.

Además de la temperatura corporal antes indicada, el individuo que sufre un golpe de calor puede presentar síntomas como: taquicardia, respiración rápida, cefalea, náuseas y vómitos, piel seca y caliente, ausencia de sudoración, confusión, convulsiones, pérdida de consciencia y pupilas dilatadas. En estos casos, se debe pedir asistencia sanitaria inmediata y seguir al pie de la letra sus indicaciones. Además debería colocarse a la persona accidentada en un lugar fresco y aireado, retirar las prendas innecesarias, refrescar la piel (aplicar compresas de agua fría en la cabeza y empapar con agua fresca el resto del cuerpo), colocar algún objeto blando (ropa, almohada, cojín, etc.)

¿Cómo puedo protegerme de los peligros del calor?

Como decíamos, Heracles tendría una piel de león y, como mucho, un sombrero de paja para protegerse. Hoy en día, disponemos de sofisticados sistemas de predicción meteorológica que nos permitirán prever, con varios días de antelación, las condiciones meteorológicas en las que se desarrollarán las tareas previstas, y realizar una adecuada planificación preventiva.

También disponemos de equipos y tecnologías que nos permitirán proporcionar una protección adecuada a las personas que tengan que realizar, a diario, su particular “decimotercera prueba”.

En este sentido, es importante tener los siguientes aspectos en cuenta:

  1. Aclimatación. El cuerpo tarda entre 7-15 días en aclimatarse al calor. Sin embargo, pierde esta aclimatación en una semana. Es importante planificar el trabajo para permitir el periodo de aclimatación.
  2. Evitar, o limitar, el esfuerzo físico durante las horas más calurosas del día.
  3. Poner a disposición de los trabajadores fuentes de agua potable próximas y zonas de descanso con sombra.
  4. Además de hidratarse constantemente, se debe evitar beber alcohol o bebidas con cafeína, ya que deshidratan el cuerpo y aumenta el riesgo de sufrir enfermedades debidas al calor.
  5. Organizar ciclos de trabajo- descanso. En este sentido, es preferible realizar ciclos breves y frecuentes de trabajo-descanso que períodos largos de trabajo y descanso.
  6. Dormir las horas suficientes y seguir una buena nutrición son importantes para mantener un alto nivel de tolerancia al calor.
  7. Evitar trabajar en solitario, lo que permite la asistencia mutua entre las personas que trabajan al sol.

¿De qué equipos dispongo para proteger contra el calor?

En condiciones de calor ambiental, siempre se recomienda el uso de ropa amplia y ligera, con la mayor permeabilidad al vapor de agua que sea posible, de forma que se facilite la disipación de calor por la evaporación de la sudoración.

En este sentido, si debemos seleccionar una prenda destinada a personas que realizarán su labor en condiciones calurosas, típicas del verano, deberemos fijarnos en los valores de resistencia al vapor de agua  de la prenda (un parámetro objetivo que sí que puede ser medido durante la certificación de las prendas de protección y que puede facilitarnos la selección del EPI) Cuanto más bajo sea este parámetro, la transpiración de la prenda será mayor y se facilitará que la persona que la lleva mantenga su temperatura corporal.

Aunque no existe ningún EPI específico para combatir los efectos derivados de la exposición a altas temperaturas ambientales propias del verano, el cambio de las condiciones ambientales hacen que cada vez más fabricantes incorporen en sus catálogos prendas con elementos, como inserciones de elementos refrigerantes, que pueden absorber el calor corporal y otras, como trajes refrigerados con aire o líquidos que permiten eliminar el calor del cuerpo y disiparlo.

También hay disponibles prendas evaporativas que facilitan la evaporación del sudor del cuerpo (en ocasiones requieren la inmersión de la prenda en agua), aunque su eficacia es limitada en ambientes húmedos. Desafortunadamente, no existen normas técnicas que definan requisitos de prestación mínimos para este tipo de prendas.

Adicionalmente, deben considerarse el uso de gorros o sombreros de ala ancha para proteger la cabeza (o cascos cuando sea requerido). Se tendrá en cuenta también el factor de transpirabilidad de estos elementos.

La protección contra la radiación UV solar (factor que no podemos olvidar) debe ser tomada en consideración. Así, en cuanto a prendas de protección, este tipo de artículos son un EPI según el Reglamento (UE) 2016/425 y deben incorporar el marcado CE. En cuanto a la normativa aplicable, en Europa disponemos de la EN 13758 (partes 1 y 2), las cuales definen un método de ensayo destinado a evaluar las propiedades de protección del tejido frente a la radiación UV solar, y los requisitos de clasificación y de marcado de las prendas, respectivamente, aunque también se encuentran equipos conformes a otras normas nacionales.

En la protección de la piel, recordar que el Real Decreto 773/97, considera estas cremas como equipo  de protección individual. Al ser estos fotoprotectores un producto cosmético-dermatológico, están sujetos a la regulación del Reglamento (CE) No 1223/2009 del Parlamento Europeo y del Consejo sobre los productos cosméticos. En la utilización de estos productos, su eficacia depende de su correcta aplicación y reaplicación. En general, la cantidad a aplicar recomendada es de 2mg/cm2 sobre la piel.

Por último, no debemos olvidar la necesidad de protección de los ojos frente a la radiación solar.

En definitiva, el calor y el sol pueden ser nuestros aliados (como en la playa, de vacaciones) o nuestros enemigos, según cómo los afrontemos. No queremos que nadie tenga que sufrir una decimotercera prueba como la que imaginamos para Heracles, así que os animamos a continuar evaluando las situaciones de riesgo y a tomar en consideración todas las recomendaciones que tenemos para protegeros de las altas temperaturas. Recordad: hidratación, sombra, ropa y crema solar son imprescindibles para tener un verano seguro y saludable.

 ¡Felices vacaciones!