Desde ASEPAL siempre hemos insistido en que, si bien los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales suponen un verdadero drama social y económico, el foco parece fijarse más sobre los accidentes de trabajo que sobre las enfermedades profesionales. Así, las enfermedades profesionales pasan mucho más desapercibidas, y en ocasiones tienden a mezclarse con las enfermedades comunes, siendo su incidencia en la salud y seguridad de los trabajadores mucho menos patente que los accidentes.
Por ello, en la entrada de hoy queremos llamar la atención acerca del papel que juegan los Equipos de Protección Respiratoria (EPR) en la lucha contra este tipo de enfermedades, ya que según datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, entre las enfermedades que muestran mayor incidencia en nuestro país, podemos encontrar las provocadas por la inhalación de sílice libre, polvos de amianto, sustancias de alto y bajo peso molecular (sustancias de origen animal, vegetal, enzimas, etc.), entre otras.
Los EPR protegen de los peligros derivados de la inhalación de sustancias potencialmente peligrosas (gases, polvos, fibras, humos, microorganismos, etc.) o de la exposición a atmósferas deficientes en oxígeno.
¿Qué tipos básicos de EPR hay?
Hay dos tipos básicos de EPR:
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EPR filtrantes. Los cuales purifican el aire mediante la acción de filtros de distintos tipos. No ofrecen protección frente a situaciones en las que puede haber carencia de oxígeno en la atmósfera.
El paso del aire contaminado a través de los filtros puede hacerse mediante la simple fuerza de los pulmones del usuario, o mediante el uso de un motor, distinguiéndose así entre:
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Equipos filtrantes no asistidos. El aire pasa por la acción de la respiración del usuario.
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Equipos filtrantes asistidos. El aire pasa por la acción de un motor que toma el aire de la atmósfera.
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EPR aislantes. Aíslan al usuario de la atmósfera ambiente en situaciones en las que haya o en las que se prevea una concentración de oxígeno inferior al 17%, proporcionando un suministro de gas respirable adecuado. Hay tres tipos de EPR aislantes:
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Equipos aislantes autónomos, donde el suministro de gas respirable proviene de unos recipientes de aire comprimido que transporta el propio usuario.
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Equipos aislantes no autónomos, donde el suministro de gas respirable llega al usuario a través de una manguera.
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Equipos aislantes para evacuación, utilizados en situaciones de emergencia para la evacuación de una zona determinada.
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¿De qué partes se compone un EPR?
El funcionamiento básico de un EPR es muy simple, ya que el aire purificado procedente de los filtros o de la fuente de aire respirable, llega a las vías respiratorias del usuario por medio de un adaptador facial. Hay tres tipos básicos de adaptadores faciales:
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Herméticos. En los que la protección se basa en el ajuste estanco al rostro del usuario, impidiendo en la medida de lo posible la entrada de contaminantes entre la pieza facial y el rostro del usuario. Se destacan los siguientes tipos de adaptadores:
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Medias máscaras y cuartos de máscara (EN 140). Las medias máscaras cubren nariz, boca y barbilla del usuario. Los cuartos de máscara sólo nariz y boca.
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Máscaras completas (EN 136). Cubren ojos, nariz, boca y barbilla.
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Medias máscaras autofiltrantes con o sin válvulas de inhalación (EN 149 y EN 1827). El adaptador facial es una media máscara que ya incorpora los filtros.
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No herméticos. Se trata de cascos, capuchas o incluso trajes de protección, luego tienen un ajuste más holgado al rostro del usuario. La protección se basa en suministrar un caudal de aire suficiente que impida la entrada de contaminantes en la pieza facial.
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Boquillas. Sólo para ciertos equipos, como los de evacuación. Se usan con un clip nasal.
La purificación del aire se realiza mediante el empleo de filtros, los cuales atrapan los contaminantes presentes. Dependiendo del estado del contaminante, tendremos:
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Filtros de partículas (EN 143). Que retiran contaminantes en forma de polvos, fibras, humos, microorganismos que se transportan en gotitas, etc. Se marcan con la letra código P y se clasifican en tres clases según su eficacia:
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Clase 1. Filtros de baja eficacia. Se designan como P1.
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Clase 2. Filtros de eficacia media. Se designan como P2.
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Clase 3. Filtros de alta eficacia. Se designan como P3.
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Filtros para gases y filtros combinados (EN 14387). Eliminan del aire gases, pudiéndose combinar con filtros de partículas. De forma análoga a los filtros de partículas, tienen tres clases atendiendo a su capacidad. También hay una clasificación (que se distingue visualmente mediante un código de colores) dependiendo del tipo de gas que eliminen:
¿Cómo selecciono un EPR?
De forma general, cuando se ha tomado la determinación de hacer uso de los equipos de protección individual, la selección y uso de los mismos debe hacerse según lo dispuesto en el RD 773/1997 sobre la utilización de EPI por los trabajadores. En la Ilustración 1 se dan algunas indicaciones orientativas de los distintos pasos a tener en cuenta a la hora de la selección y uso de los EPI.
En el caso de los EPR, la selección deberá hacerse en el marco de un Programa de Protección Respiratoria. El programa de protección respiratoria implica una serie de requisitos, entre los cuales destacaremos:
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Debe existir un solo responsable de la coordinación y dirección del personal involucrado (Seguridad, Higiene, Salud etc.)
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Evaluación y control del riesgo. Deben considerarse otras medidas antes del uso de EPR.
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Deben conocerse a fondo los procesos, máquinas, materias primas, productos finales y residuales. Controlar a todos los niveles para eliminar y/o reducir la exposición a los contaminantes (aislamiento, captación, sustitución por otros, etc.)
Evaluación del riesgo
En la fase de evaluación del riesgo, aparte de las consideraciones generales, en el ámbito particular de la protección respiratoria, habrá una serie de factores que deberemos tener muy presentes, como por ejemplo:
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¿Hay suficiente oxígeno durante todo el tiempo que dure el trabajo o la exposición?
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¿Qué sustancias peligrosas, incluyendo asfixiantes, pueden encontrarse? ¿Cuáles son sus propiedades físicas y químicas?
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¿Cuáles son sus efectos en el organismo? ¿Cuáles son las concentraciones más altas posibles en la atmósfera? ¿Cuáles son los límites de exposición ocupacional relevantes o los límites de seguridad?
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¿Qué otros riesgos (salpicaduras, chispas, riesgo de incendio o explosión) están asociados a la tarea?
Adecuación del EPI
Además, el EPR seleccionado deberá ser adecuado para el tipo y nivel de riesgo evaluado. Un EPR se considera adecuado si es capaz de reducir la exposición del usuario al riesgo a un nivel aceptable (por ejemplo, para cumplir con los valores límite de exposición ocupacional). En este sentido, deberemos considerar aquí un parámetro específico del ámbito de la protección respiratoria como es el Factor de Protección Nominal (FPN), que se trata de un factor que da una orientación sobre el nivel de protección de un EPR. Es un valor que se encuentra registrado en tablas y que se obtiene a partir de los datos obtenidos en los ensayos a los que se someten los EPR en el laboratorio.
¿Cómo usar el FPN?
El FPN mínimo que ha de tener un EPR frente a un contaminante se calcula con la fórmula:
Protección mínima= Concentración del contaminante ambiental / Concentración dentro pieza facial
La concentración en el interior de la pieza facial, deberá ser como máximo el Valor Límite Ambiental (VLA) correspondiente al contaminante.
Ejemplo
Supongamos que una atmósfera de trabajo la concentración de un contaminante es constante a lo largo de toda la jornada de trabajo e igual a 0,7 ppm, el VLA para exposición diaria (VLA-ED) para ese contaminante es 0,02 ppm. El FPN mínimo que se debería usar sería:
FPN = 0,7/0,02=35
Todos los EPR con factores de protección iguales o superiores a 35 serían adecuados para ese contaminante. Adicionalmente se tendrían que considerar otros factores como: presencia/ausencia de oxígeno, estado físico del contaminante, etc.
El FPN es un valor que se obtiene a partir de resultados de laboratorio, no obstante en condiciones de uso reales la protección que ofrece el EPR puede verse mermada debido a múltiples factores. Para mayor información sobre este asunto, consulte al fabricante del producto.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que el FPN se calcula en condiciones “ideales”, y que se basa entre otras cosas en el ajuste de la pieza facial al rostro del usuario. Sin embargo, la evidencia demuestra que en condiciones de uso reales, factores como la presencia de vello facial, falta de entrenamiento en la colocación y ajuste del EPR, entre otros, pueden afectar a la protección ofrecida por el equipo. Por ello, hay países que han realizado mediciones “in situ” para ofrecer unos valores de Factores de Protección menores a los FPN.
Adaptación del EPI
Como hemos visto, factores que influyen en el ajuste del adaptador facial al rostro del usuario, pueden tener mucha influencia en la protección ofrecida por el EPR. Por ello, además de adecuarse al tipo y nivel de riesgo, el EPR debe adaptarse a las condiciones físicas del usuario y a las particularidades de la tarea.
Así, un paso previo debería ser la consideración del estado físico del usuario, ya que determinados problemas médicos pueden imposibilitar el uso de EPR. Así mismo, deberían considerarse otros aspectos como la presencia de vello facial, el tamaño y forma del rostro (las mujeres suelen usar tallas de EPR más pequeñas que los hombres), la necesidad de uso de gafas graduadas o el uso conjunto con otros EPI.
Además, algunos parámetros relacionados con la tarea que pueden influir en el correcto desempeño de las funciones protectoras del equipo son:
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Ritmo de Trabajo: debido al peso y a su resistencia respiratoria, todos los EPR suponen una carga física y psicológica que aumenta con el ritmo de trabajo. En ritmos de trabajo elevados, pueden producirse fugas de aire exterior hacia el interior del adaptador facial, por lo que deberían considerarse equipos de presión positiva (que insuflan aire al adaptador facial).
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Visibilidad y Movilidad: la reducción del campo de visión o la calidad óptica del visor en el adaptador facial, pueden afectar al rendimiento en el trabajo, así como las necesidades de movilidad quedar mermadas por el tipo de EPR.
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Comunicación: Si la tarea requiere comunicación verbal o reconocimiento facial entre los trabajadores, el EPR con capuz o boquilla no es adecuado.
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Tiempo de uso: los equipos deben ser cómodos y ofrecer la protección continuada durante el tiempo de uso previsto.
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El estrés térmico.
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El uso conjunto de otros EPI.
Por último, es altamente recomendable el comprobar “in situ” que los equipos se ajustan perfectamente al rostro del usuario, impidiendo de esta forma las fugas de aire exterior hacia el interior del adaptador facial. En este sentido, aparte del seguimiento estricto de las instrucciones que el fabricante debe suministrar junto con el EPI, además de las pruebas cualitativas de ajuste, hoy en día hay una fácil disposición de aparatos que permiten determinar cualitativamente el ajuste del EPI, lo cual redundará sin duda en beneficio de la salud y bienestar de los trabajadores.
Las enfermedades profesionales suponen una seria amenaza para la salud y bienestar de los trabajadores, y en la lucha por su eliminación, el empleo de EPI puede resultar una herramienta muy valiosa. Sin embargo, para que un EPI ofrezca unos niveles mínimos de protección, debe estar debidamente certificado. Así mismo, debe realizarse un exhaustivo proceso de selección para asegurarnos de que el usuario recibe el EPI que se adecúa al nivel de riesgos evaluado, y se adapta a las condiciones de trabajo y sus propias particularidades físicas y fisiológicas.