Las altas temperaturas asociadas a la época estival son algo propio de nuestro país, es algo natural y que todos tenemos asumido en mayor o menor medida. Nos fastidia, nos agobia, e incluso puede desesperarnos. Sin embargo, no existe una concienciación generalizada de que estos factores pueden constituir unas fuentes de riesgo que ponen en peligro la salud de los trabajadores en el corto y en el medio plazo, hasta tale extremos que pueden tener consecuencias fatales.
En este artículo se pretende dar un visión general de los principales riesgos que supone el trabajo bajo la exposición del sol y del calor propios del verano, así como de los principales Equipos de Protección Individual (EPI) de que disponemos para protegernos frente a dichos riesgos.
Identificación de riesgos
Cuando hablamos de riesgos asociados al trabajo en las condiciones ambientales propias del verano, estamos hablando principalmente de calor y exposición a radiación ultravioleta. Con el fin de poder comprender mejor el tamaño y naturaleza de la amenaza, proporcionaremos a continuación algunos datos acerca de las particularidades de estos dos tipos de riesgos y el efecto que tienen sobre la salud de los trabajadores expuestos a ellos.
Exposición al calor
Nuestro organismo es una máquina que trabaja a la perfección en un rango relativamente estrecho de temperatura y que se sitúa en el entorno de los 37 °C. Aún así, el cuerpo humano puede soportar temperaturas internas inferiores a 35 ºC o superiores a 41 ºC, aunque sólo durante períodos muy cortos de tiempo. A estas temperaturas, las funciones vitales empiezan a resentirse, y ultrapasados ciertos límites se suspenden totalmente. Por ello, el cuerpo dispone de toda una batería de medidas para mantener la temperatura dentro de este rango.
El organismo disipa el calor metabólico mediante procesos de radiación (emisión de radiación infrarroja, el cuerpo humano disipa calor mediante este mecanismo sólo si la temperatura ambiente es inferior a la temperatura corporal), convección (intercambio de calor entre la piel y el aire que la rodea, sólo se produce disipación del calor por convección si la temperatura del aire es inferior a la temperatura de la piel) y evaporación (cuando el sudor se evapora se absorbe calor de la superficie de la piel).
Para facilitar la disipación de calor, el organismo activa dos procesos principales: Vasodilatación periférica y sudoración.
- Vasodilatación periférica. Consisten en la dilatación de venas y capilares próximos a la piel con el fin de hacer más lenta la circulación por los capilares, de esta forma se facilita el intercambio de calor con el medio. Este mecanismo disipa calor mediante intercambio por radiación y convección, pero el mecanismo principal de disipación de calor es la transmisión de calor del núcleo del organismo a la periferia.
- Sudoración. Como decíamos, la sudoración disipa calor corporal al absorber el calor necesario para que el agua pase de estado líquido a gaseoso. La capacidad de disipar calor está influida por la diferencia de humedad entre la piel y el aire que lo rodea. Así una elevada humedad ambiental y el uso de prendas gruesas o impermeables limitan la pérdida de calor por evaporación. Por otra parte, cuando se realiza un trabajo intenso y se produce una sudoración abundante, la pérdida de calor por evaporación puede también verse limitada por la capacidad del organismo para producir sudor (como máximo entre 1 y 2 L/h).
Cuando estos mecanismos de disipación de calor no son suficientes para mantener la temperatura corporal controlada, se producen una serie de efectos en el organismo provocados por el desequilibrio hídrico y electrolítico, la insuficiencia circulatoria y la hipertermia. Algunos de ellos, como los calambres por calor, el agotamiento por calor y el golpe de calor tienen importancia clínica, siendo este último una amenaza que puede llegar a ser mortal. Los trabajos que requieren de esfuerzos físicos considerables bajo condiciones de calor excesivo (sector de la construcción, agrícola, trabajadores de la jardinería, etc.) son los más susceptibles de presentar alguno de estos efectos.
- Síncope por calor. Pérdida momentánea del conocimiento como resultado de la reducción del riego sanguíneo en el cerebro. Las personas que sufren un síncope por calor suelen recuperar el conocimiento rápidamente una vez que se tumban. Remite al cabo de unas horas cuando el paciente se tumba en un lugar fresco.
- Calambres por calor. Calambres musculares que aparecen tras una intensa sudoración. Como consecuencia de esta pérdida de líquidos se produce un desequilibrio electrolítico. Se debe interrumpir la actividad, descansar en un lugar fresco y reponer los líquidos y electrolitos. La exposición al calor debe evitarse durante al menos 24 o 48 horas.
- Agotamiento por calor. Es el trastorno más común provocado por el calor, suele aparecer unos días después de la depleción hídrica Es la consecuencia de una deshidratación severa que provoca un desequilibrio electrolítico y deficiencia circulatoria. Puede considerarse como un estadio incipiente del golpe de calor que, si no recibe tratamiento, puede progresar a éste último. Sus síntomas son: sed, cefalea, espasmos musculares, debilidad, fatiga, atontamiento, ansiedad, reducción de la excreción de orina, y temperaturas corporales de 39 °C o superiores. En estos casos se debe trasladar al a víctima a un lugar seco, tumbarle, reponer los líquidos perdidos y humedecer el cuerpo con toallas o paños húmedos.
- Golpe de calor. Es el efecto derivado del calor más grave y que, en caso de no ser tratado puede conducir a la muerte. Se caracteriza por una elevación de la temperatura corporal por encima de los 40,6 °C. Esta hipertermia provoca lesiones en los tejidos y un fallo del sistema nervioso central (afectando al mecanismo de termorregulación, agravando más el problema). Reconocer los síntomas del golpe de calor es fundamental para tomar cuanto antes las medidas que puedan evitar daños graves en la salud. El golpe de calor se caracteriza por:
– Temperatura corporal por encima de los 40,6 °C
– Taquicardia
– Respiración rápida
– Cefalea
– Náuseas y vómitos.
– Piel seca y caliente
– Ausencia de sudoración
– Confusión
– Convulsiones
– Pérdida de consciencia y pupilas dilatadas
En estos casos, se debe pedir asistencia sanitaria inmediata y seguir al pie de la letra sus indicaciones. Además debería colocarse a la persona accidentada en un lugar fresco y aireado, retirar las prendas innecesarias, refrescar la piel (aplicar compresas de agua fría en la cabeza y empapar con agua fresca el resto del cuerpo), colocar algún objeto blando (ropa, almohada, cojín, etc.)
Exposición a radiación solar
La radiación solar es un conjunto de radiaciones compuesto por: radiación visible, radiación infrarroja (responsable del calor asociado a la radiación solar) y la radiación ultravioleta (UV).
De entre ellas, y habiendo hablado ya sobradamente acerca de los efectos derivados de la radiación infrarroja procedente del Sol, la más peligrosa es la radiación UV (la exposición laboral a la radiación visible e IR rara vez entraña riesgos). Esta radiación está comprendida entre los 100 y los 280 nm del espectro electromagnético. La exposición a la radiación UV procedente del sol depende de factores como:
- La inclinación del haz incidente. A menor inclinación, mayor exposición. Así la exposición a la radiación UV es mayor en los meses de verano y en las horas centrales del día. Así mismo, la exposición es mayor a latitudes altas que bajas.
- La altitud. Cuanto mayor es la altitud, disminuye el espesor de la atmósfera, por lo que la absorción de radiación por parte de ésta es menor. Se estima que la intensidad de radiación aumenta entre un 10-12% por cada 1000 m de altitud.
- La reflexión del suelo. Superficies con alto índice de reflectancia (arena de playa, nieve, etc.), aumentan la exposición a esta radiación.
Para tener una medida fácil de comprender y orientativa acerca de la intensidad de la radiación UV, se creó el índice UV solar mundial (UVI), el cual es una medida de la intensidad de la radiación UV solar en la superficie terrestre. A mayor valor del índice, mayor radiación UV, y mayor probabilidad de lesiones cutáneas y oculares. En España, durante los meses de verano, es frecuente que el índice que mide la intensidad ultravioleta procedente de la radiación solar oscile entre 8 y 11.
La exposición a radiación UV tiene efectos para la salud a nivel de la piel y los ojos principalmente.
La exposición cutánea presenta los siguientes efectos para la salud de la piel, de entre los cuales destacaremos:
- Eritema actínico (quemadura solar), que aparece las pocas horas de la ex posición y persiste unos días. Se acompaña de hipersensibilidad dolor.
- Fotoenvejecimiento. En el largo plazo, la radiación UV degrada las fibras de colágeno e la dermis haciendo perder a la piel su elasticidad y consistencia
- Fotocarcinogénesis. El cáncer de piel es la forma más frecuente de cáncer en todo el mundo, su incidencia se dobla cada 15 20 años. Los mecanismos internos de la foto-carcinogénesis se desconocen, pero se puede involucrar la interacción de los fotones con el ADN, la ornitina decarboxilasa, las feomelaninas, el sistema inmunitario la exposición crónica la luz solar del tipo UVA y UVB.
En el caso de la exposición ocular, los efectos sobre el ojo se han descrito a distintos niveles:
- Efectos sobre la cornea. La exposición a radiación UV sobre la córnea provocan queratitis, lesión que se caracteriza por el desarrollo de fotofobia y una sensación de tener arenilla dentro de los ojos. Los efectos suelen mejorar tras cesar la exposición durante unas 12 h.
- Efectos sobre la conjuntiva. Los efectos sobre la conjuntiva suelen: pterigion (membrana vascularizada que invade la cornea y progresa hacia la pupila), o una pingüecula (engrosamiento de color amarillento, simulando un glóbulo de grasa que se ubica cerca del limbo corneal).
- Efectos sobre el cristalino. El efecto más común de la exposición ocular a radiación UV es el desarrollo de cataratas, consistente en la opacificación de esta parte del ojo.
- Efectos sobre la retina. En casos de exposición extrema, pueden darse episodios de «quemadura» de los fotorreceptores de la retina. También hay estudios que aseguran la relación causal entre la radiación solar y la Degeneración Macular asociada a la edad.
Medios de prevención
Como hemos visto, la exposición laboral a los agentes característicos del verano puede entrañar una seria amenaza para la salud y seguridad de los trabajadores. A continuación pasaremos a enumerar algunas medidas de protección con especial énfasis en los tipos de EPI que pueden ayudar a prevenir los efectos descritos anteriormente.
Prevención de los efectos derivados del calor
Las medidas preventivas destinadas a la prevención de los efectos derivados del calor deberán ir destinadas a mantener activos los mecanismos de disipación de calor corporal. En lo relativo a los posibles EPI destinados a proteger frente a este riesgo, y pese a que existen normas que describen los requisitos de protección contra el calor, como la EN ISO 11612:2008, éstas están destinadas a la protección frente a fuentes de calor convectivo o radiante como fuegos, hornos, fundiciones, etc.
En el ámbito que nos ocupa en este artículo, toda prenda que vaya a llevar el trabajador deberá ser tan amplia, ligera y de baja resistencia al vapor de agua como sea posible, de forma que no se dificulten los mecanismos de refrigeración del organismo.
Además del uso de este tipo de prendas, existen medidas a las que se debe prestar la debida atención, como por ejemplo:
- Evitar, o limitar, el esfuerzo físico durante las horas más calurosas del día.
- Poner a disposición de los trabajadores fuentes de agua potable próximas.
- Evitar beber alcohol o bebidas con cafeína, ya que deshidratan el cuerpo y aumenta el riesgo de sufrir enfermedades debidas al calor.
- Organizar ciclos de trabajo- descanso. En este sentido, es preferible realizar ciclos breves y frecuentes de trabajo-descanso que períodos largos de trabajo y descanso.
- Dormir las horas suficientes y seguir una buena nutrición son importantes para mantener un alto nivel de tolerancia al calor.
- Proteger la cabeza con casco, gorras o sombreros, según sea el trabajo realizado.
Prevención de la exposición a radiaciones
Como hemos visto, la acción de la radiación UV procedente del sol se centra en la piel y en los ojos. Las medidas de prevención a aplicar que se deben tomar en consideración son:
- Sobre la piel. Se deben usar camisas de manga larga y pantalón largo. En este momento, se está trabajando en la elaboración de una norma específica destinada a la ropa de protección laboral frente a la radiación ultravioleta. A falta de una norma de EPI específica destinada a la protección de los trabajadores frente a la radiación UV procedente del sol, la norma de tejidos EN 13758-1:2001+A1:2006 define un método de ensayo destinado a evaluar las propiedades de protección del tejido frente a la radiación UV solar. Además de las prendas, el Anexo I del Real Decreto 773/1997 contempla las cremas y pomadas de protección como un elemento de protección de la piel. Paradójicamente, el uso de cremas fotoprotectoras de uso laboral está escasamente extendido en un país como el nuestro. Al ser estos fotoprotectores un producto cosmético-dermatológico, están sujetos a la regulación del Reglamento (CE) No 1223/2009 del Parlamento Europeo y del Consejo sobre los productos cosméticos. En la utilización de estos productos, su eficacia depende de su correcta aplicación y reaplicación. En general, la cantidad a aplicar recomendada es de 2mg/cm2 sobre la piel.
- Sobre los ojos. Para la protección de los ojos de la radiación solar, los protectores oculares deberán incorporar filtros que cumplan con la norma EN 172:1994 (y sus enmiendas de 2000 y 2001). Este tipo de filtros, presenta una serie de escalas relacionadas con diversos niveles de protección asociados a la transmi