La vista es el principal sentido con el que las personas nos relacionamos con el exterior, de hecho el 92% de la gente piensa que la vista es el sentido más valioso, a mucha distancia del siguiente, el oído (4%) (según el Libro blanco de la salud visual en España). 

Por otro lado, los datos del Ministerio de Trabajo apuntan a que las lesiones laborales que afectan a la zona de los ojos y la cara, representan aproximadamente el 4% del total de accidentes laborales con baja.

En la tercera entrega de la serie de entradas de blog que pretenden poner de manifiesto la importancia crucial que tiene la adaptación del EPI a las particularidades del usuario, queremos reivindicar la necesidad de considerar el uso de lente con corrección óptica durante el proceso de selección y uso de equipos de protección ocular y facial. 

Cuando tu seguridad depende de ver bien

Los datos del Libro blanco de la salud visual en España señalan que el 67% de la población española tiene algún problema visual, concretamente, el 28% tiene miopía, el 24% astigmatismo, el 16% presbicia y el 10% hipermetropía. 

Aunque no disponemos de datos desglosados de cuál es el porcentaje de la población trabajadora que presenta este tipo problemas visuales, si sabemos que la incidencia de problemas de la vista aumenta con la edad, por lo que es fácil inferir que habrá un número significativo de personas que necesitan protección ocular con algún tipo de lente con corrección óptica en su ámbito laboral.

Siempre insistimos en que, el único EPI que nunca te va a proteger es aquel que no llevas puesto. Un EPI que no se adapte a las necesidades de la tarea o de la persona acabará por no utilizarse, o por utilizarse durante menos tiempo del requerido por la exposición al riesgo presente en el ámbito de trabajo, dejando expuesta a la persona a dicho riesgo. 

En relación al tema que abordamos en esta entrada, una persona que necesite protección ocular y/o facial en su puesto de trabajo, ante todo deberá poder disponer de la capacidad de ver bien. 

Asimismo, es necesario que el esfuerzo requerido por el ojo durante la realización del trabajo sea el menor posible y el confort visual sea máximo en cada circunstancia. En el caso de que esta persona necesite algún tipo de corrección óptica, deberá obtenerla por medios que sean compatibles con las particularidades de la tarea que está realizando. 

La utilización de lentes de contacto en ambientes con mucho polvo o vapores nocivos, puede representar una limitación adicional, ya que las lentes pueden incrementar el daño que ya de por sí producen estos elementos, limitando el número de soluciones de protección ocular posibles a aquellas que encierran herméticamente la zona de alrededor de los ojos. 

Por otro lado, en situaciones de riesgo por impacto por partículas a alta velocidad, el uso de gafas correctoras convencionales detrás del protector ocular, puede transmitir los impactos recibidos, creando un posible riesgo al usuario derivado del hecho que el impacto se transmita a la gafa convencional provocando heridas al usuario.

Por lo tanto, en el caso de que una persona que necesita protección ocular en su lugar de trabajo requiera de corrección óptica, necesitaremos conocer las opciones y particularidades que se nos ofrecen acerca de protección ocular con corrección óptica integrada.

La identificación de los riesgos presentes orientará el tipo de protector necesario

El primer paso para realizar una correcta selección y uso de cualquier EPI pasa por la detección y evaluación del tipo de riesgos que podemos encontrarnos en el entorno de trabajo. La bibliografía indica que los riesgos derivados de la exposición a partículas en movimiento a alta velocidad suelen ser los que más frecuentemente causan lesiones con baja. 

Sin embargo, tras la preceptiva evaluación de riesgos, podemos encontrar muchos otros riesgos que se presenten en el medio de trabajo de forma individual o simultánea, como por ejemplo riesgos químicos, biológicos, derivados de la exposición a una radiación no ionizante, entre otros. 

En el caso de la protección ocular y facial, el tipo y nivel de riesgo evaluado selecciona el tipo de protector que necesitaremos, ya que no todos los tipos de protector son adecuados para todos los tipos de riesgos. 

Hay tres tipos básicos de protectores oculares, gafas de montura universal, gafas de montura integral y pantallas faciales. 

  • Las gafas de montura universal pueden tener dos oculares (de forma similar a una gafa convencional, pero con protección lateral), o un ocular único (de una pieza, normalmente con protección suplementaria para los laterales de los ojos, las mejillas y cejas. 

  • Las gafas de montura integral por su parte, pueden ser de tipo integral (encierran totalmente la cavidad ocular y permanecen en su posición con una cinta elástica), o tipo cazoleta (dos oculares en monturas opacas, no pueden llevarse sobre gafas de montura universal). 

  • Las pantallas faciales constan de un visor de pantalla plana o curvada, que suele estar unido a un protector frontal con banda de cabeza ajustable o a un casco de protección. 

La tabla 1 proporciona una indicación orientativa acerca de los tipos de protectores oculares adecuados para los distintos tipos de riesgos:

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